Editorial

Conductas Impulsadas por la Emoción

La naturaleza nos ha brindado maneras para funcionar en el mundo, sentimos algo (emociones) y hacemos algo como respuesta (conductas). Nuestra capacidad para responder con rapidez a nuestras emociones y evitar situaciones de riesgo es necesaria y adaptativa y las llamamos “conductas Impulsadas por nuestras emociones” (Barlow, Farchione, Fairholme, Ellard, Boisseau, Allen y Ehrenreich-May, 2011).

Las emociones por su parte nos ayudan a dirigir nuestro mundo y a motivarnos para hacer cosas que son de ayuda o utilidad para nuestra supervivencia, por lo tanto, no hay emociones “buenas”, ni “malas” pues todas las necesitamos para poder funcionar en el mundo.

Regularmente actuamos de acuerdo a lo que sentimos, cuantas veces al pasar por algún lugar si está obscuro sentimos miedo, así que la próxima vez evitaremos volver a pasar por ese lugar, en este caso esa emoción (miedo) nos previene de algún peligro, por lo que, ésta acción nos protegerá, el problema reside cuando nuestras emociones son tan intensas que de ser preventiva pasa a no dejarnos hacer actividades que pueden ser gratas o benéficas, por ejemplo, si  éste miedo a la obscuridad ya no te permitiera salir por las noches, al cine, o alguna cena, a bailar, o simplemente al salir del trabajo y ya está obscuro, esto te provocara un miedo excesivo, esta conducta ya se vuelve desadaptativa y entonces puede ser ya un problema.

La cuestión es que la forma en la que actuamos nos da mucha información de lo que pensamos o sentimos, y cuando tenemos problemas por nuestra conducta y queremos cambiarla, debemos trabajar desde 3 componentes principales: lo que pensamos (cognitivo), lo que sentimos (fisiológico) y lo que hacemos (conductual).

“Hay que tener en cuenta que el impulso es el vehículo de la emoción y que la semilla de todo impulso es un sentimiento expansivo que busca expresarse en la acción” (Daniel Goleman).

 

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