Editorial

¡El avión, el avión!

DESDE AQUÍ
Por Javier López Velarde Luna

El avión presidencial TP-01 “José María Morelos y Pavón” que fue comprado en su momento por el expresidente Enrique Peña Nieto y que estrenó en febrero de 2016, avión tan menospreciado y en su momento, tan anunciado con bombo y platillo. Que por cierto, ahora nadie quiere comprar al Gobierno de México… ya ni con el actual precio de 130 millones de dólares que resulta de la devaluación paulatina que arroja su carísimo mantenimiento entre otras cosas, fue adquirido en noviembre de 2012 por un monto de 5 mil 213 millones 502 mil 866 pesos, pero la aeronave fue entregada el 3 de febrero de 2016.

La aeronave realizó solamente 214 operaciones en actividades oficiales. Hasta el 18 de junio pasado, el gobierno federal había pagado mil 622 millones 19 mil 956 pesos, es decir, el 31%.

Dos días después de que AMLO tomará posesión de jefe del ejecutivo Federal, precisamente el 3 de diciembre de 2018, el avión presidencial, un Boeing 787-8 de la serie Dreamliner, partió del aeropuerto de la Ciudad de México hacia el Aeropuerto de Logística, en la ciudad de Victorville, en San Bernardino California, en donde permaneció hasta esta semana y donde el Gobierno pagó 719 mil 321 dólares de mantenimiento anual el avión que estuvo estacionado en el hangar de la empresa Boeing.

Ahora el problema es que ya nadie quiere comprarlo y el esfuerzo del Presidente de la República va debilitándose y ahora hasta se ha anunciado se va a rifar.

Este elefante blanco, representa fielmente la hazaña que tiene que enfrentar el jefe del ejecutivo, es un ejemplo de las dificultades que representa el tener la labor de resarcir los errores de gobiernos pasados.

Tal es el caso de la lucha contra la corrupción contra los huachicoles y contra la mafia que manejaba el sistema de salud y que ahora, para poder arreglar al país de todas estas fallas propiciadas por un sistema que aunque subsiste se pretende cambiar, el camino es largo y sinuoso y los mexicanos tendremos que sufrir las consecuencias de las buenas intenciones del Presidente, pero que aunados con la poca colaboración de los opositores políticos, son heridas que se vuelven abrir y mientras cicatrizan, los mexicanos seguiremos sufriendo de peligrosas inconsistencias en el servicio de salud y la seguridad, hasta diciembre próximo donde el Presidente prometió que todos los problemas se arreglarían y la vida del país seguirá su curso normal.

Mientras tanto, como el avión, la confianza de los mexicanos hacia el actual gobierno sigue devaluándose y no es para menos, ya que Hacienda aprieta más la economía con medidas de más control y obstaculiza los tramites de quienes quieren estar al corriente con el fisco. La salud y la seguridad navegan a la deriva, el desempleo y la pobreza crecen, el malestar social se incrementa y el gobierno “nos da el avión” y para acabarla de amolar,lo que nos faltaba nada más…el avión presidencial no vuela.