Gastritis, inflamación aguda o crónica de la mucosa estomacal
La Secretaría de Salud del estado de Querétaro da a conocer información acerca de la gastritis, que se define como la inflamación aguda o crónica de la mucosa estomacal.
Esta enfermedad puede ser superficial, erosiva o atrófica y su forma de detección y diagnóstico es a través de consulta médica.
La gastritis se clasifica en dos tipos: gastritis de tipo A, localizada en el fundus y en el cuerpo del estómago; su mecanismo es autoinmunitario contra la célula oxíntica o parietales. La gastritis de tipo B, abarca todo el estómago, incluyendo el antro; tiene anticuerpos contra las células G y se asocia a la bacteria Helicobacter pylori.
Ambos tipos suelen ser crónicas. La gastritis aguda se debe mayormente a la ingesta de tóxicos, aspirinas, alcohol, excesos de café, té, mate y estrés.
La gastritis causada por la bacteria Helicobacter pylori, afecta de manera global a más de 50 por ciento de la población mundial.
En México la gastritis por Helicobacter pylori, es responsable de 90 por ciento de los casos.
Esta enfermedad también puede ser causada por: virus, anemia perniciosa (enfermedad autoinmune donde no se puede ni absorber ni digerir la vitamina B12), por reflujo biliar hacia el estómago, sustancias agresivas e irritantes para el estómago como bebidas alcohólicas, café, tabaco, vómitos crónicos, uso de medicamentos como antiinflamatorios, temperaturas extremas en bebidas y comidas, y por estrés, ya que este genera exceso de secreción de ácidos gástricos.
Algunas personas no presentan síntomas, pero los más comunes son: mala digestión (dispepsia), distención abdominal, ardor estomacal, náuseas y vómitos (algunos con sangre), pérdida del apetito, deposiciones de color oscuro.
El tratamiento de la gastritis dependerá de su causa y debe consultarse con el médico para la prescripción de éste.
Este trastorno requiere una alimentación suave y no irritante para la mucosa estomacal.
Las normas generales de la alimentación adecuada para la gastritis son: masticar lentamente los alimentos, evitando comer con apuro o prisa; fraccionar la ingesta en 5 comidas diarias; evitar temperaturas extremas en los alimentos; utilizar métodos de cocción sencillos, evitando fritos y grasas; evitar bebidas estimulantes como café, té y bebidas carbonatadas; evitar el alcohol, alimentos grasos, picantes, frutas y verduras crudas -preferirlas cocidas-.
Asimismo, es aconsejable aumentar la ingesta de: avena cocida, arroz, aguacate, calabaza en puré, col, chirimoya, manzana asada o en compota, papa cocida – nunca frita-, tapioca, zanahoria cocida o cruda.
Es importante reducir o evitar la ingesta de: azúcares, alcohol, bebidas estimulantes (café, té, etc.), bebidas carbonatadas, carnes, especias picantes, cítricos, mariscos y helados.