Hablemos de salud: Insuficiencia Renal
Dr. José Mandujano López
Cuando hablamos de insuficiencia renal estamos citándola consecuencia de diversos padecimientos, que llevan a un deterioro importante del riñón, que tiene diversas causas, se manifiesta con múltiples trastornos, que acorta la esperanza y calidad de vida de quien la padece, y que frecuentemente requiere dispositivos especiales para su tratamiento, como los sistemas de diálisis.
Existen casos de insuficiencia renal aguda, causada por deshidrataciones severas o hemorragias, por Glomerulopatías o enfermedades propias del riñón, así como obstrucciones de las vías urinarias por tumores, cálculos o lesiones, que hacen fallar el sistema de purificación de la sangre que son los riñones. Estas condiciones se manejan con verdadera urgencia, en hospitales, siendo en ocasiones, reversible o recuperable la función renal, sin dejar de ser condiciones graves que ponen en peligro la vida.
Trataremos un poco más ampliamente la insuficiencia renal crónica, que tiene una mayor incidencia y que es causada por infecciones urinarias crónicas (Pielonefritis), cálculos renales, riñón poliquístico, malformaciones congénitas de riñón o vías urinarias, o padecimientos como la Hipertensión Arterial o la Diabetes Mellitus tipo 2, como las causas más comunes.
Se van presentando poco a poco las manifestaciones de la insuficiencia del riñón, de modo que cuando son perceptibles para el enfermo o sus familiares, ya hay un gran avance de la enfermedad y esto determina un pronóstico desfavorable. Así, las infecciones urinarias son casi asintomáticas o con datos muy leves o intermitentes, tratadas en forma insuficiente o inadecuada, van menguando la capacidad de los riñones; la presencia de cálculos renales o riñón poliquístico en ocasiones sólo se detecta por estudios de ultrasonido y al descubrirlos, se aprecian alteraciones de laboratorio propias de ese estado de falla o insuficiencia. Lo mismo ocurre en personas con diabetes o hipertensión que por un control inadecuado, permiten que se instalen dichas complicaciones imperceptiblemente, hasta que las manifestaciones de la insuficiencia son muy notorias.
Los datos que el paciente reporta son: fatiga, palidez, somnolencia, debilidad, mal aliento, nauseas o falta de apetito, acidez estomacal, a veces diarrea, a veces cambios en el habito de la micción o bien orina frecuente con volúmenes escasos de ella, con molestia o urgencia de ir al baño, hinchazón de la cara, el abdomen o los miembros inferiores.
El Médico podrá detectar esa palidez, aliento urémico, debilidad, disminución de músculos, taquicardia, cifras elevadas de presión, soplos cardíacos o signos de derrames pleurales, retención de líquidos en la cara, el abdomen o los miembros inferiores, temblores de extremidades, etcétera.
Estudios rutinarios de laboratorio mostraran anemia (cifras bajas de hemoglobina y de glóbulos rojos), elevación de urea, creatinina y ácido úrico, que son las sustancias que el riñón no puede eliminar, alteraciones en calcio, fósforo y sodio que normalmente el riñón regula, así como alteraciones de coagulación. En una radiografía de tórax se puede apreciar crecimiento del corazón y acumulaciones de líquido en las pleuras o envolturas de los pulmones.
Los electrocardiogramas pueden poner en evidencia alteraciones del potasio o arritmias. Los estudios de ultrasonido nos dirán si hay reducción del tamaño de los riñones, imágenes de quistes o cálculos, etc.
La evaluación de estos casos es compleja y compete a médicos Internistas o Nefrólogos, que deberán recomendar dietas especiales reducidas en grasas, proteínas y sal, adicionadas de sustitutos de aminoácidos, y medicamentos que disminuyan la retención de líquidos mientras responda el riñón, control de glucosa, de cifras de presión, manejo de infecciones, etc. pero sobre todo, evaluar en qué momento se puede requerir un manejo con algún sistemas de diálisis, de lo cual hablaremos en otro momento, y que puede ser vía peritoneal o hemodiálisis (riñón artificial) o incluso detectar los casos candidatos a trasplante renal.
Como siempre, la prevención y el control de padecimientos detectados, puede evitar o al menos retrasar estas condiciones tan severas, que son penosas para enfermo y familiares.
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