“Pérdidas necesarias” para el desarrollo y crecimiento
Durante el transcurso de nuestra vida, dejamos atrás cosas y aprendemos otras nuevas, esto nos genera experiencias agradables y otras no tanto, por sencillas o difíciles que sean, por decisión o involuntariamente, nos ocasionan una pérdida.
La primera descripción referenciada sobre este tema la cita, Freud en 1917, él nos habla del duelo, como “la reacción a la pérdida de un ser amado o de una abstracción equivalente: la patria, la libertad, el ideal, etc”. Nos dice que aunque éste somete al sujeto, a conductas desviadas de lo normal, al cabo de algún tiempo desaparecerá por sí solo, esto si es un duelo normal, si te cuesta trabajo superarlo, acércate alguna persona de confianza, y lo más conveniente es solicitar ayuda con un profesional.
El duelo lo asociamos generalmente con la muerte de un ser querido, sin embargo, el proceso de duelo sucede en cualquier tipo de pérdida, ubicando como pérdida una situación interna frente a lo que ya no está, Judith Viorst, habla de “pérdidas necesarias”, de pérdidas conscientes e inconscientes de nuestros sueños, nuestras ilusiones, el simple hecho de cambiar con el transcurso del tiempo y las experiencias. Por ejemplo, por mucho que nuestra madre nos quiera nos va a dejar y nosotros vamos a dejarla a ella, que aquello que nos duele, no siempre puede ser remediado con besos, que esencialmente estamos aquí solos, que no importa cuan astutos y cuidadosos seamos algunas veces nos tocará perder. Todo esto constituye pérdidas y forman parte de nuestra vida son constantes, universales e inevitables, el proceso de la superación y como nos conducimos frente a éstas pérdidas es garantía de desarrollo y crecimiento.
Hablando del duelo normal este que inclusive puede generarse de manera voluntaria como lo mencionamos al inicio, puede ser al decidir separarse de la pareja, mudarse de hogar, cambiar de empleo, inclusive el mismo paso del tiempo en el que dejamos juventud, maneras de pensar, pérdida de salud, este que nos hace ser quienes somos ahora. Sea cual fuere el duelo, para sobreponernos, a ello, debemos de pasar por un proceso que es llamado elaboración del duelo, del cual Freud dice que es el trabajo de aceptar la nueva realidad.
- Permiso. Date permiso de sentirte mal, necesitado y vulnerable, permítete sentir dolor.
- Confianza. Confía en tus recursos para salir adelante, acuérdate de como resolviste anteriores situaciones difíciles en tu vida.
- Nuevos ojos, nuevas puertas. Estamos a veces tan segados por nuestra propia cólera, que no vemos las “nuevas puertas” que se abren.
- Aceptación. Aunque sea la cosa más difícil de tu vida, ahora tienes que aceptar esta dura realidad, no hay retorno.
- Conexión con la vida. Llega un momento en que sabes que es necesario soltar el pasado. La vida te espera llena de nuevas posibilidades.
- Gratitud. Es necesario valorar las cosas buenas que seguimos encontrando en nuestra vida.
- La tres D. Mucho descanso, algo de disfrute y una pizca de diversión. Date permiso de sentirte bien, reír con los amigos, hacer bromas.
- Aprendizaje. Hacer el duelo también significa aprender a vivir sin algo, sin alguien de otra forma.
- Definiciones. Hay cosas que se pueden tener sin resolver, pero hay algunas que se deben tener “acomodadas”. Tu identidad sexual, tu posición filosófica, tu relación con tus padres, tu proyecto de vida, y una postura frente a la muerte.
- Compartir lo aprendido. Cuando tengas una parte del camino recorrida, háblales a otros sobre tu experiencia.
Por supuesto, todas las pérdidas son diferentes y no se pueden poner en el mismo contexto, ni analizar los procesos del duelo desde el mismo lugar. No hay una respuesta exacta para definir el tiempo que dura un duelo, este depende del duelo que sea, de la edad en la que suceda, o de muchos otros factores, cada uno tiene sus propios tiempos, como el duelo por muerte de un ser querido del que más adelante hablaremos.
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