Policía de Corregidora; una historia de abusos
Lo que parecía una noche normal en compañía de mi familia después de acudir a jugar futbol como todos los sábados, acabó siendo para mí, una de las peores experiencias que uno como ciudadano pueda experimentar, pues las siguientes horas continuas a mi detención fueron eternas bajo una lluvia de insultos, golpes, amenazas, violencia sicológica que al menos nunca había experimentado, pues parecía ser que todas esas leyendas urbanas de las que siempre había escuchado eran reales en pleno siglo XXI, tan reales como los golpes en el rostro, estomago, y testículos que me hacían recobrar la realidad en la que no daba crédito de lo que estaba presenciando.
Mi nombre es Ramón Rodríguez, “Cubo”, como me conocen muchas personas, para bien o para mal mi profesión desde hace diez años me ha permitido el contacto con situaciones del otro lado de la lente, presenciando siempre como reportero detenciones, asesinatos, robos, incendios, y un sinfín de eventos que llevo cubriendo para diferentes empresas nacionales y locales en las que laboro, al día de hoy ya perdí la cuenta de cuántos cuerpos sin vida eh visto en los últimos años, lo que la noche del pasado sábado 17 de agosto, me llevaba a pensar que obviamente no me imaginaba siendo parte de las cifras de periodistas muertos en nuestros país.
Para ser sinceros no sabía cómo había pasado de estar sosteniendo la manos de mis hijos, a estar esposado de ambas manos con dos aros de metal que habían sido colocadas con toda la intención de causar dolor, lo que sí sabía era que debía de permanecer callado, sin levantar la mirada para no incitar a que la situación se siguiera saliendo de control.
Apenas a las 10:30 de la noche, las cámaras de seguridad de una tienda de conveniencia ubicada en la carretera a Tlacote en el municipio de Corregidora grababan como ingresaba con mi pequeño de menos de cinco, y con mi otra de mis hijas, recuerdo que tras pagar los productos salíamos de ahí sin saber que lo que se venía posteriormente nos ocasionaría tantos problemas.
Aquí empieza todo, cuando un elemento policiaco de esa demarcación arriba al mismo sitio, su compañera entra al baño, y él, parece que lo único que pretende es justificar una detención como si se tratara de un objetivo, en el mismo establecimiento también está presente otro compañero del mismo equipo en el que juego, quien arribó a bordo de su motocicleta y con el cual el oficial se engancha en una discusión sin objetivo.
Tras dejar a mis hijos en el carro de la empresa INQRO en el cual también viajaba la mamá de mis hijos, y otro amigo, le comento al elemento de apellidos Acosta Pacheco que si existe algún problema, iniciando así una serie de insultos que no pararon hasta en ingreso a la celda en la que estaría las siguientes horas.
Así, en el mismo punto donde inicia todo, la actitud del oficial me lleva a presentarme como periodista, lo cual parece enfurecer más al uniformado, cuya actitud estaba siendo grabada por el amigo que viajaba conmigo, y de lo que yo estaba seguro, serviría para reafirmar la situación en la que le señalaba al policía su mal actuar como servidor público.
En una reacción de evitar más la confrontación, el amigo de la moto pretende retirarse de la escena; sin embargo en su maniobra por accidente toca con el escape parte de la unidad, lo que ocasionó que el para ese entonces energúmeno reaccionara todavía más violento, pero que también era registrada por su compañera que utilizando su teléfono celular grababa la situación, generando en mi todavía más confianza, pues ya existían tres grabaciones, contando la de la unidad.
Al percatarme todavía de su actitud del oficial, le argumento que comenzaré a registrar la situación, pero en determinado evitan a toda costa mi labor, mientras forcejean con Alberto, alegando un falso daño a la patrulla; lo cual fundamentó en su llamado de “auxilio” a sus demás compañeros que no tardaron más de 5 minutos en llegar al lugar del cual nunca me moví, contrario a lo que detallaría posteriormente el departamento de comunicación social de la SSPyTMC, y versión que también quedaría en las grabaciones.
En un abrir y cerrar de ojos ya me encontraba esposado de una mano por uno de los oficiales que arribaron en su apoyo de Acosta Pacheco, y quién cuestionó a su compañero el motivo de mi detención, a lo que manifestó el elemento en cuestión que por falta a la autoridad, lo cual no pudo ser demostrado.
Como si todo girara muy lento, alcanzo a observar los rostros de mis dos hijos mirando desde el interior del auto, ambos con lágrimas en los ojos, motivo suficiente para que su mamá descienda del auto e intente conocer el motivo de mi aseguramiento, recibiendo únicamente agresiones verbales, de igual forma observo a mi amigo que grababa ya en el suelo, siendo sometido por dos uniformados que no contaban con motivos tampoco para su detención, me percato que le quitan su teléfono y lo manipulan, fue ahí que supe que estaríamos casi indefensos, mientras intento localizar al chico de la moto, y quien es traído con los pantalones debajo de la parte de atrás del lugar.
En un intento por parar esta arbitrariedad, le hago saber mi nombre, lo invito a que se comunique con la encargada de la comunicación social de su corporación, así como con el mismo Secretario Aboytes, con quienes meses antes se había sostenido una reunión para externarles nuestra preocupación sobre el actuar de sus elementos; sin embargo, eso pareció enfurecer al oficial, quien a través de una llamada, me señala de haberlo amenazado, versión por demás falsa, y que estaría siendo grabada por la cámara y micrófono de su unidad, así como de su compañera.
Sin más y sin leerme mis derechos, somos subidos en la batea de su patrulla en compañía de tres uniformados, con quienes viajamos atrás con rumbo desconocido, pues nuca se nos informó de nuestro destino, ahí es donde comenzaría lo peor, pues con pisotones, rodillazos, y escupidas en nuestros rostros, los elementos parecían divertirse, ya que no dejaban de reírse entre sí, y de realizar comentarios intimidatorios.
A la llegada al Juzgado Cívico de la calle Fray Sebastián de Gallegos en la colonia Pueblo nuevo, Acosta Pacheco, alias el “Winnie”, detiene su unidad en lo que parece ser su lugar favorito, el estacionamiento exterior de ese complejo, donde la oscuridad se convierte en cómplice, así como seguramente la falta de cámaras de seguridad, sitio en el que desciende y tras retarnos a golpes, nos golpea en la cabeza, abdomen, y amenaza, provocaciones en las que no caemos, y continuamos callados.
En lo que pareciera sería el final de tan mala experiencia, y una total detención arbitraria, llegamos al patio de descenso de los detenidos, ahí, un elemento me llevó cuando bajamos a la parte frontal de la patrulla en la que nos trasladaron, me preguntó mi nombre, y me retiró las esposas, mientras en la esquina opuesta y en lo que pareciera ser un sitio fuera de ángulo a las cámaras de seguridad, mis dos compañeros eran golpeados por el mismo oficial Pacheco, en complicidad con otros uniformados, quienes permitían los puñetazos en abdomen, piernas, y testículos, para posteriormente dirigirse hacia mí, y golpearme en mis testículos.
En esos momentos, me pregunte si en verdad estaba pasando a los que mis ojos no daban crédito, una actitud por demás inadaptada, en la que los golpes, insultos, amenazas y demás daños parecían de lo más normal, pues el vaivén de uniformados, y personal administrativo era constante, quienes se percataban de lo que sucedía pero que no provocaba ninguna reacción de lo acontecido, dándome a entender que lo que ahí sucede es una práctica común, ante la que nadie se inmuta.
Inocentemente creí que todo estaba por acabar cuando después de que dos elementos me preguntaban mis datos generales, me trasladaron a un pasillo que conecta con ese patio, es ahí donde detecto el paso de Pacheco, quien se dirige hacia el patio, y desde ahí lanza amenazas de muerte “Ya sé dónde vives, voy a matarte a ti y a tu familia, tengo tus datos, no sabes con quién te metiste”, refería sin lograr llamar mi atención, tras tomarme una foto y de nueva cuenta mis datos, me es informado por un policía que me permitirían una llamada telefónica, la cual no me fue permitida hasta cerca de una hora después, cuando el juez se dirigió a la celda en la que me ingresaron, para solicitarme el número al que deseaba comunicarme, siendo él mismo quien llevó a cabo la llamada.
Minutos después, el mismo oficial que inicia toda esta lamentable situación busca convencer a uno de mis compañeros detenidos, para que éste declare en mi contra, situación que no logra porque él se niega, y que le habría provocado otros golpes al no querer aceptar, así y al cabo de varios minutos logramos salir tras cubrir las multas cercanas a los $900.00 pesos por cada uno, pagos que por cierto se nos niegan a ser entregados los recibos, argumentando el juez que me los podrían entregar al ingresar una solicitud escrita, por lo que optamos por retirarnos cansados de todo ese mal sabor de boca, y que se convertiría al menos para mí en una pesadilla con daño colateral.
Datos curiosos
En su momento se emitió un comunicado en el cual se manejaba la versión en la que se había dañado una patrulla, y que me encontraba alcoholizado, ambas situaciones no pudieron ser confirmadas, pues a decir del mismo alcalde de esa demarcación no existió un daño real, pues de ser así ambas unidades habrían sido remitidas a la unidad especializada de la FGE, asimismo nunca se me realizó ningún tipo de examen por parte de una médico legista, violando mi derecho a la presunción de inocencia, manejando únicamente como “supuesta” la agresión la cual es la única realidad de la situación.
Ante esta situación, la administración encabezada por Roberto Sosa nunca emitió alguna postura flexible, menos el titular de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal, de quien pareciera haber dado la indicación de someter a cualquier representante de algún medio de comunicación pues existen al menos 4 casos con detención de periodistas.
Objetivo de mi denuncia
En total suman al día de hoy tres denuncias que han sido integradas a la carpeta de investigación CI/QRO/29005/2019, iniciada por la Fiscalía General del Estado, dentro de su unidad especializada en la investigación de delitos cometidos por servidores públicos, además de un documento ingresado en la contraloría del municipio de Corregidora, así como la carpeta de investigación que se abrió en la delegación estatal de la Fiscalía General de la República FED/QRO/QRO/002178/2019, la cual será valorada para poder ser atraída por la FEADLE.
Confió plenamente en que las investigaciones den resultados positivos no sólo para mí, sino para toda una sociedad que está cansada del actuar de una corporación que pareciera realizar este tipo de acciones al amparo de su secretario Juan Luis Rodríguez Aboytes, espero que con la aportación de sus grabaciones en un primer momento de su patrulla que cuenta con cámara y micrófono, y las de sus instalaciones en el Juzgado Cívico, así como la de la oficial que grabó al momento de los hechos, se pueda conocer la verdad de mi caso y que me motiva para alzar la voz en nombre de mis compañeros, y de toda la gente de esa demarcación.