Editorial

¡Pon valor a tu vida!

No pierdas tu valioso tiempo tratando de convencer a los demás de tu valor

Andrea Borjas

Hace unos días un compañero de trabajo estaba realmente triste porque volvió a platicar con una persona de su pasado quien no lo soporta y sólo se la pasa criticándolo y juzgándolo. Él realmente estaba mal en su sentir. A mí, me acababa de llegar la siguiente imagen en redes sociales:
Se la leí y le platiqué un caso personal que me sucedió parecido a lo que él estaba pasando. Cuando yo me divorcié el grupo de la Iglesia Católica al cual yo pertenecía para dar catequesis prematrimonial me cerró las puertas, quiero pensar más no suponer que es ilógico que una divorciada hable de matrimonio (qué ilógico es cuando mayor experiencia tienes porque ahora conoces los dos lados), o les hable para tener un matrimonio exitoso. El punto es que ya no pude seguir dando catequesis prematrimonial. Las personas comenzaron a hablar y murmurar, juzgar y al principio realmente me desgastaba en rogarles que me permitieran pertenecer en su grupo, o en otros grupos les pedía me abrieran las puertas para seguir haciendo lo que yo amo y mi objetivo en la vida que era servirle a Dios. De verdad, me desgastaba y me ponía muy triste y lloraba porque yo deseaba pertenecer a un grupo de la Iglesia Católica y poder seguir sirviéndole a Dios. Después comprendí que ellos no son la Iglesia (son sólo una parte) al cerrarme las puertas y juzgar o creer lo que oyen sin saber el contexto. Y poco a poco su indiferencia para conmigo de algunos, dejó de importarme. Me quedé con aquellos que abren su corazón y amor, que en lugar de juzgarme aprendieron a amarme y aceptarme tal como soy y me ayudan a salir adelante. Tal como dice esta imagen, NO SOMOS PARA TODOS ¡Y, ESTÁ BIEN!
Habrá muchas personas que te acepten como eres y en la situación en la que te encuentres. Habrá en tu camino seres que te sonrían por aquellos que no lo hacen. Habrá personas que se convertirán en hermanos de corazón por aquellos que son o eran familia y te juzgan y no aceptan. Por todos ellos, continúa tu camino. Porque vale la pena recorrerlo por esos seres que sí te aceptan. No te voy a decir que es fácil el camino de lograr soltar a aquellos que nos juzgan y señalan, pero lo que sí aprendí es que no vale la pena perder tu tiempo y sufrir. Simplemente sonríe, da la vuelta, sigue tu camino y no dejes de brillar por aquellos que quieran apagar tu luz sólo porque les molesta tu brillo. Otro ejemplo muy simple, hace unos años conocí a un hombre en mi grupo de baile con el que casi ninguna mujer quería bailar, aún así él bailaba pero se sentía rechazado, para lo que le dije: “No te aferres en bailar con aquellas que no quieren bailar contigo, baila con las que sí quieren bailar”. La vida es tan hermosa como para detenerte a pensar quien te quiere y quien no, ámate a ti mismo,