Editorial

Cultivando el Bienestar; Toma de decisiones

Desde que despertamos decidimos, levantarnos y a qué hora, que nos pondremos de ropa, que desayunamos, si salimos, a dónde, y en que transporte nos vamos, todo es una toma de decisiones, por lo tanto, es un acto ligado a la naturaleza de la actividad humana inevitable.

La toma de decisiones es considerado algo cotidiano, que determina nuestra calidad de vida, pero también pueden marcar el rumbo de la misma. El acto de decidir implica una conciencia lo más clara posible de las finalidades que se pretende alcanzar a través de la decisión.

La decisión involucra a la persona en su totalidad: determinación, resolución, audacia, disciplina, ponderación, claridad de ideas y propósitos, seguridad, dedicación, compromiso y renuncia (Rodríguez y Márquez, 1988).

Para la toma de decisiones es importante llevar a cabo un proceso lógico, que generalmente abarca las siguientes etapas:

Definición del problema. Una vez detectado el problema, es necesario dedicar cierto tiempo a recoger información sobre el mismo, discernir cuáles son los aspectos fundamentales, así como cuáles son las limitaciones que la situación impone sobre las posibles vías de solución.

Selección de criterios. Los criterios son la expresión de los objetivos que se persigue alcanzar con una buena solución.

Búsqueda de alternativas. Hacer un esfuerzo de imaginación y creatividad para generar el mayor número de soluciones posible, pues las soluciones más evidentes no siempre son las mejores.

Análisis. Valorar cada una de las distintas alternativas.

Ejecución y control. Una vez elegido el curso de la acción que se va a emprender, es necesario poner en juego los recursos necesarios para llevarla a cabo (Cañabate, 1998).

Dicen que no hay peor decisión que la que nunca se toma. Dejar pasar el tiempo para que las cosas se arreglen solas no es lo mejor, lo que en la mayoría de los casos sucede es que se complican, y muy probablemente quedará como remordimiento a la persona de lo que pudo hacer y no hizo. También es importante reconocer que al tomar decisiones renunciamos a algo, que es por lo que no nos decidimos, y no lamentarnos por ello, sino aceptarlo pues es parte del proceso.

“La vida es un caballo y de ti depende llevar las riendas o bien que ella te lleve a su antojo” (Gregory  McDonald, 1985).

 

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