Editorial

DESDE AQUÍ

Por Javier López Velarde Luna

Es indescifrable lo que pretende nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador en cuanto a su discurso. Señala que es muy claro. “Voy contra la corrupción e impunidad”, sin embargo, el vació de esta declaración queda de manifiesto en las acciones o más bien, en las nulas acciones que ha emprendido contra quienes han violado la Ley en Nuestro país y además se han burlado de los mexicanos.
Aún en el entendido que se cuenta con pruebas para apresar a funcionarios corruptos e incluso de alto nivel como son expresidentes, senadores, diputados, gobernadores…etc., el Gobierno Federal se lava las manos y escudándose al señalar que no hay que mirar hacia atrás sino únicamente para adelante… esto dizque para no perder el tiempo y mejor buscar que estas corruptelas no vuelvan a suceder, se deja en el “feliz olvido” reconocidos agravios contra el país que incluso, siendo severos, podrían ser juzgados como traición a la patria.
Pero no…AMLO prefiere respetar sus preceptos de amor y paz y decide no “hacer nada”, contradiciendo por ende….su promesa de no permitir corrupción y menos a la impunidad.
Caray…en que país estamos…se siguen burlando de nosotros y nosotros (los mexicanos) seguimos soportando la humillación que el falso discurso político basado en la demagogia ancestral que históricamente nos pisotea cínicamente. Seguimos cayendo y desesperadamente el abismo se hace más grande, a pesar de tanta palabrería estúpida.
Siempre pasa lo mismo, cada proceso electoral nos llena de esperanza a quienes no obstante, sabemos que nos engañan y aun así volvemos a caer.
México es un gran país, con gente honesta y buena, pero está visto que existen dos clases de humanos que se llevan todo el pastel sin importar el daño colateral que le hacen a nuestro país. Estos obviamente son quienes pertenecen al crimen organizado y quienes además organizan a estos otros… o sea me refiero a los narcos, la mafia y claro que sí a los políticos. El orden no importa es lo mismo. En el caso de los políticos, yo los defino como una clase que debería ya estar extinta, un sistema que no sirve para nada sino para robar y perder el tiempo.
Los políticos llegan a sus cargos no por eficientes o méritos verdaderos, sino que todos sabemos, surgen de la competencia interna en sus partidos donde los más “convenientes” a ciertos grupos son “elegidos” ya sea por simplemente lambisconería y estos, con el fin de mantener el status de poder, se olvidan de los intereses de la población y persiguen fines personales y de partido .
Así es la política, digan lo que digan quienes “maman de ella” y del presupuesto que representa el dinero de todos. Ya nadie cree en los políticos, pero nadie se une —y menos en México— para cambiar y hacerlos desaparecer. Es momento que nuestro sistema que se ampara en una bandera manipulable llamada democracia de un salto radical…y de esta forma nuestros administradores en México sean designados por sinodales de prestigio surgidos de instituciones educativas de renombre, intachables, que de manera catedrática hagan exámenes orales ante la opinión pública a quienes pretenden administrar los bienes del estado, municipios y país entero.
Ya Basta con seguir engañándonos con falsos y románticos discursos de la libertad de elección y la participación de todos, cuando no todos los mexicanos (no quiero ofender a nadie con ello) no estamos preparados para votar de manera razonable. “Doña Chonita” vota porque le cae bien el candidato, o porque le regalan un tortillero, o miles de sandeces que al fin de cuentas nos llevan a seguir siendo pisoteados por falsos líderes políticos. YA BASTA…Somos mexicanos y este falso orgullo que nos quieren inculcar, simplemente nos aliena y permite la manipulación permanente de nuestro pueblo sobajado y conformista.