Editorial

La red de García Luna, ¿Y las otras?

Guadalupe Elizalde

Estimados lectores: magnífico inicio de semana para nuestr@s lector@s. Que tod@s ustedes puedan seguir navegando con fortuna por el proceloso mar de esta República Mexicana, es mi mejor y más sincero deseo.

Les cuento que mi abuelita estaba harto decepcionada pues no entendía cómo la transición política en México no trajo mejoría palpable al país, o al menos el actual juicio contra García Luna y los testimonios presentados, así lo hacen parecer. ¿Tan malosos eran Fox y Calderón? Y le respondí: abuelita figúrese que llevo 70 años con el único circo de pulgas amaestradas en el mundo; con el tiempo se han hecho muy listas y les he enseñado a hacer cosas increíbles a través del juego hambre-alimento, como en los juegos de Pavlov: premio-castigo. De pronto aparece alguien que desea ocupar mi lugar, quedarse con mi circo y hacerse tan rico y poderoso como yo, pero este grupo cree que mi circo es de ratones y ha amaestrado a algunos suyos para medio entender. Yo me quedo muda. Cuando democráticamente me quitan la chamba, las pulgas empiezan a hacer estragos entre la población, como sucede en la novela La Peste de Albert Camus. Las personas creían que las ratas restaban propalando la enfermedad, pero no, eran las pulgas de las ratas que picaban a la población ya infectadas.

Como se imaginan ustedes, pues se armó el desmoche. Los dueños de mi antiguo puesto no sabían ni por dónde empezar hasta que un grupillo de separatistas de mi antiguo grupo se presentó ante el novato y le ofreció ayudarlo a “exterminar pulgas”. Y sí, exterminó a las que sobraban, las intercambiables, pero a las más listas las guardó para su personal circo y estuvo sacando provecho de ellas. Iba de un lado a otro presentando su show y arreglando acuerdos en lo oscuro. Para mantener a los novatos a gusto, entregaba algunas pulgas importantes; otras, con el hambre y entre traiciones se morían o se mataban, y los novatos le creían que sí se estaba combatiendo el foco de infección. Pero los presuntos ayudadores querían todo: mantener el circo, cobrar por presentarlo en el país y hasta ofrecieron regresarlo a quien lo detentó 70 años sin transmitir los secretos del truco.

¿Que quería el grupo de 70 años? Regresar a la oficina. Los deslizados les ofrecieron el camino de vuelta y regresaron, con un joven tan menso y tan corrupto que de nada sirvió. De nuevo vino la elección democrática de otro candidato y ganó un “nuevo grupo” que creció enquistado en el partido que inventó el circo de pulgas. Entonces, eran nuevos y no. Conocían perfectamente las entrañas de la bestia y más o menos sabían cómo hacerlo. No el trabajo, pero sí el circo de pulgas. Porque una cosa es gobernar y otra, hacer como que gobiernas mientras repartes dinero hasta que éste se acaba. Entonces, el circo –ahora sí- de ratones hambrientos, harán lo que el flautista diga para seguir recibiendo mendrugos sin dar golpe, a no ser servir a los fines del poder, que es quedarse, dizque para cambiar al mundo. ¡Sí, como no!

García Luna se hizo lo que es con los cirqueros de pulgas, los conoce a todos, incluso a los actuales. Mucha de su gente sigue activa en esta nuevo gobierno. Las redes que el señor UIF afirma que construyó GL, llegan hasta el presente; es más, hay dos negocios en México ligados al Fentanilo que tantas personas ha matado en EEUU, en donde también estaba muy palanca el deslizado y su grupo doble cara; pero de eso no hablarán porque pasa como aquí: son jefazos, de la DEA y/o del gobierno. Y obvio que no hablo de Ovidio Guzmán, basta verle el físico. El partido medio de regreso, no ha cambiado de cártel ni las redes están deshechas. Hay reacomodos, ¡Nada más! ¿Qué falta para quedarse mucho tiempo en el poder? El dinero del crimen organizado. ¡Nada menos!