Editorial

Hablemos de salud: Hematuria

Dr. José Mandujano López

Hematuria o sangre visible en la orina, puede ser de causas tan variables, que va desde inofensiva, hasta grave, por lo que es necesario prestarle atención. Es observable a simple vista, llamándole macroscópica o detectable en el laboratorio con reactivo o al microscopio siendo entonces microscópica. Se presenta en forma silenciosa o sin ningún otro dato o bien con dolor u otros síntomas. Algunas ‘falsas hematurias’ pueden ser por coloración no sanguínea de la orina por el uso de laxantes (ExLax), consumir betabel o remolacha, etc.
Las causas verdaderas de sangre en la orina, por presencia de glóbulos rojos son por múltiples causas, como infecciones de vías urinarias (Cistitis, Uretritis) o en los riñones (Pielonefritis), por cálculos (Litiasis renoureteral), alteraciones prostáticas, como Prostatitis o Hipertrofia prostática benigna, enfermedades propiamente renales (Glomerulonefritis, Vasculitis renal o generalizada), cáncer renal, enfermedades hereditarias como el síndrome de Alport o la Anemia de células falciformes o inclusive por traumatismos renoureterales, etc.
La sintomatología dependerá de la causa, por ejemplo, se presentará un síndrome vesical en las cistitis, con alteraciones en el habito de la micción, fiebre en la Pielonefritis u otras infecciones, dolor renal en presencia de cálculos, infecciones o traumatismos, retención urinaria en crecimiento prostático, etc.
El riesgo de presentar hematuria es mayor en las personas de 50 años o más, en presencia de infecciones recurrentes o repetidas, en pacientes con inmunodepresión o defensas bajas, en casos de malformaciones o mal funcionamiento urinario por neuropatías, diabetes, lesiones neurológicas, usos de sondas, y por efectos colaterales de medicamentos como Penicilinas, anticoagulantes y otros.
Un individuo con hematuria deberá ser evaluado integralmente a través de su historia clínica, estudios de laboratorio, empezando por un examen general de orina, a veces será necesario urocultivo y otros, como el antígeno prostático, y estudios de orden general. En menor grado podrá requerir estudios de imagen, como Ultrasonido, Tomografía o Resonancia magnética según el caso, incluso necesitar endoscopia tanto para estudio como para tratamiento.
En su tratamiento debemos tener especial cuidado en la elección apropiada de antibióticos en las infecciones, cumpliendo esquemas completos y realizando estudios de control, para evitar que evolucionen a la cronicidad y daño renal. Será necesario a veces usar Litotripsia, especie de ondas ultrasónicas, para triturar un cálculo y facilitar su expulsión. También se podrá requerir algún procedimiento de Cirugía, como para resección prostática. No olvidar el manejo de condiciones asociadas que complican el estado, como los trastornos metabólicos formadores de cálculos, la vejiga neurogénica o infecciones recurrentes en el enfermo diabético etc.
La medicina preventiva y el tratamiento oportuno y adecuado de estos problemas evitará la progresión a daño renal que provoque insuficiencia renal terminal o soporte con algún programa de diálisis. Tomemos en serio la atención de estos problemas.
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