Editorial

hablemos de salud: Hiperplasia Prostática Benigna

Dr. José Mandujano López

La Hiperplasia prostática benigna es una afección propia del hombre mayor de edad en quien el agrandamiento de la próstata, que es en grado variable, provoca molestos síntomas leves o hasta el bloqueo total del flujo urinario de la vejiga. Se llama así para distinguirla de crecimiento por procesos malignos o Cáncer.
Los síntomas son variables y progresivos, tales como: necesidad de orinar con frecuencia y con urgencia, aumento de la frecuencia nocturna (nicturia), dificultad para iniciar la micción, disminución de la fuerza del chorro o goteo, o imposibilidad de vaciar la vejiga por completo. Puede haber o no infección, hematuria (orina con sangre) e imposibilidad para orinar. Otros padecimientos pueden semejar estos síntomas, como las infecciones de vías urinarias, prostatitis; obstrucción uretral, cálculos en vejiga o riñones, cáncer de vejiga o próstata o problemas de los nervios que controlan la vejiga (diabetes, enfermedades neurológicas). La próstata se encuentra debajo de la vejiga y el conducto que transporta la orina de la vejiga al exterior (uretra), pasa por el centro de la próstata por lo que al crecer esta provoca los datos ya mencionados.
No se sabe claramente porqué crece la próstata, que es una tendencia normal después de los cuarenta años de edad, más frecuentemente en los sesentas, pero se sabe que tiene carácter familiar, o sea que es mas frecuente entre quienes tienen familiares con este mal, y aumenta el riesgo si se tiene diabetes, enfermedades cardíacas en tratamiento con bloqueadores beta, o en personas con obesidad, mientras que el ejercicio disminuye el riesgo.
Los problemas que genera una próstata crecida son: retención urinaria aguda, que requiere sondeo para su resolución, infecciones que provocan dolor y fiebre, cálculos que infectan, duelen, obstruyen la orina y dan sangrados. A mediano plazo todo esto daña los riñones hasta la Insuficiencia renal.
El diagnóstico se hace por la historia médica y examen físico, que incluye tacto rectal, general de orina y estudios generales en sangre y específicos, como el antígeno prostático. Otras veces se hacen estudios de flujo urinario, medición de orina residual, o imagen por Ultrasonido o endoscopía (cistoscopía) y hasta biopsias.
El tratamiento va desde terapia mínimamente invasiva hasta cirugía radical, según la edad, el tamaño de la próstata, el grado de molestias que produce y el estado general del paciente. Se cuenta con medicinas que relajan el cuello de la vejiga y fibras musculares de la próstata, como la tamsulosina (alfabloqueante) y otros que reducen el tamaño del órgano como la finasterida, o bien, combinaciones de ambos tipos de fármacos, que pueden disminuir los síntomas.
La cirugía puede ser trans-uretral (endoscópica), con LASER, Microondas, y efectuar incisión o resección o prostatectomía abierta, realizada por un cirujano o con robot, estas últimas requieren valoración preoperatoria, hospitalización corta y a veces transfusión sanguínea. Otros procedimientos como levantamiento uretral prostático, embolización, etc. son menos frecuentemente usados.
Consejos: disminuir el consumo de agua por la noche 2 horas antes de irse a dormir, reducir el consumo de café y alcohol, no usar antihistamínicos (antialérgicos), ir al baño en cuanto sienta la necesidad y practicar doble vaciado de vejiga (ir 2 veces seguidas), dieta saludable y evitar clima frío. Los tratamientos de herbolaria no han demostrado ser eficaces.
Consulte a un Urólogo certificado. Cuide su salud general.
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